Arica, lunes 27 de julio de 2020.- Año a año el Instituto de Desarrollo Agropecuario; INDAP, celebra el 28 de julio el Día del Campesino con un emotivo encuentro en el que se destaca la labor de quienes día a día se levantan junto al sol para trabajar la tierra y así cultivar los productos que alimentan a diario a los habitantes de todo Chile.
Claramente este año no se podrá llevar a cabo este encuentro en el cual se recuerda la promulgación de la Ley de Reforma Agraria y de Sindicalización Campesina durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, por lo que compartiremos una historia ejemplar que representa el espíritu de las mujeres y los hombres que mantienen viva la vida rural y la fortalecen día a día.
Rosa Jiménez Mamani: el orgullo de ser una ganadera y artesana aymara
La gran y permanente sonrisa de Rosa Jiménez Mamani habla por sí sola; es una mujer orgullosa de sus raíces aymara, de su tierra, sus costumbres y de trabajar como ganadera y artesana. Es participante del Mercado Campesino de INDAP, del Programa de Desarrollo Territorial Indígena y está dentro de un grupo de artesanos que están partiendo una alianza productiva con Artesanías Chile (con financiamiento de INDAP y los propios usuarios). Además, se le autorizó el uso de sello Manos Campesinas durante el presente año.
Esta ganadera y artesana nació y fue criada en Guallatire y su familia se dedicó a la crianza de animales desde siempre.
A los 13 años se fue a Arica a estudiar, pero no pudo terminar el proceso porque siendo la hermana mayor tuvo que volver a trabajar y así ayudar a su familia, por lo que nunca se desvinculó del territorio.
“Desde que nací tengo mi crianza, recuerdo andar con las ovejas, sacar leche, hacer quesos y criar gallinas y chanchos. A esa misma edad comencé a hilar y llevaba en la espalda mi aguayo y donde podía hilaba un poquito. Mi mamá me preguntaba para qué tanto material, si pensaba que lo iba a hilar todo y yo le respondía que sí y llegaba solo con un poquito de lana hilada”.
Al casarse se alejó de la artesanía para dedicarse a la crianza de sus hijos que actualmente viven en Santiago y a quienes les heredó todas las tradiciones artesanas y “están orgullosos de ser aymara”.
Actualmente Rosa vive entre Arica y Guallatire, pero le dedica más tiempo al cuidado de sus animales en el Altiplano y sus animales “ahora que mis hijos están criados y que soy viuda. Cuando quedé sola, hace 16 años, la artesanía fue una oportunidad de sustentarme, porque tenía tanto la materia prima como el conocimiento y aunque esos ingresos no lo fueron todo, sí me ayudaron a mantenerme y me siento orgullosa de, tal como cuando era niña, llevar mis materiales en el aguayo a la espalda e hilar cuando puedo”.
En cuando al apoyo de INDAP, indica que ha sido muy importante: “es una de las instituciones que más me ha ayudado y cooperado en el desarrollo de mi trayectoria como artesana. Gracias a ellos he viajado y me he capacitado como artesana y también me han dado el espacio físico para vender mis productos, pero no solo a mí, sino que es fundamental para el desarrollo de la vida campesina en todos sus aspectos”.
Finalmente deja un mensaje para las generaciones futuras; “los animo a volver a sus lugares de origen y rescatar y explotar toda la riqueza que tenemos, porque hay mucho por hacer en ganadería, agricultura y artesanía”.